LA BALADA DE CORDELIA - I
Sabrá la hora en el momento exacto
y conocerá la medida de su sombra.
Todo es fácil,
y lo difícil se aquieta lo bastante
para apresarlo con cordura.
Cordelia piensa en luz
y en el diario suicidio de la noche.
"Apresúrense que ya es hora",
había dicho Eliot un minuto antes de las doce
en un libro sin figuras en la tapa.
Duramente Dios está fuera de la línea
si sólo se trata de enmantecar un poema
mientras asoma la vigilia.
"Esa guerra es mía",
piensa Cordelia con un ojo al viento,
"y no hablaré de mi culpa existencial.
Me haré sabia de a poco, sabia de profesión
con un curriculum brillante de soberbia
y un zapato sin cordones."
De prisa, de prisa que es la hora,
porque el sol ahuyenta la locura.
Sabrá la hora en el momento exacto
y conocerá la medida de su sombra.
Todo es fácil,
y lo difícil se aquieta lo bastante
para apresarlo con cordura.
Cordelia piensa en luz
y en el diario suicidio de la noche.
"Apresúrense que ya es hora",
había dicho Eliot un minuto antes de las doce
en un libro sin figuras en la tapa.
Duramente Dios está fuera de la línea
si sólo se trata de enmantecar un poema
mientras asoma la vigilia.
"Esa guerra es mía",
piensa Cordelia con un ojo al viento,
"y no hablaré de mi culpa existencial.
Me haré sabia de a poco, sabia de profesión
con un curriculum brillante de soberbia
y un zapato sin cordones."
De prisa, de prisa que es la hora,
porque el sol ahuyenta la locura.
Ninguém na trincheira.
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